La poesía es una diosa

de Romina Cazón



El poema es descarado. Bebe whisky en una línea y se sienta para hablar de sexo, mejor dicho de sexo rudo, mejor dicho de sexo duro con whisky, mejor dicho de cualquier cosa que sea sucia, pero con whisky.
El poema siempre sabe lo que hace. Si dice negro es porque es negro, si dice gris es porque es gris, pero si dice noche puede ser que quiera nombrar todos los elementos de la noche. Sin embargo, el poema sabe lo que dice, o finge saberlo. Al fin de cuentas, el poema se las arregla para quedar bien.
El poema es inteligente. Da resultados inusuales: Ilógicos, caóticos, enfermos, trastocados, perversos, mágicos, inestables, enérgicos, ruidosos, profanos, tóxicos, salvajes o trágicos. Sólo el poema se puede dar el tremendo gusto de dominar el universo.
El poema puede ser dios o casi dios. Está en la orina de un alumno de prepa, está en el orgasmo de la chica del supermercado, está en los correos del chofer de taxi, está en la boca del diablo, está en la suela de un zapato abandonado, está dentro de tu página web, justo ahora cuando te metes los dedos en la nariz y no digas que no, porque el poema lo sabe todo.